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Por Clive Rudd Fernández

El jueves 25 de septiembre Andrea Rodríguez de la agencia AP en La Habana publicó una nota prestándose para lo que sería el inicio de un campaña de publicidad para lanzar los perfumes Hugo y Ernesto.

Para el artículo AP entrevistó a Isabel González, vicepresidenta de investigación y desarrollo de Labiofam quien dijo: «Van a ser perfumes muy atractivos, pero el nombre para nosotros significa (también) mucho». También hablaron con Mario Valdés, el bioquímico al frente del equipo que diseño ambos productos.

Pero fue una de las frases de aquella nota la que levantaría las primeras alarmas: «Me gustaría un poco más comprar Ernesto porque lo siento quizá menos llamativo, explicó a la AP Reymundo Miranda, un experto en medicina tradicional de 48 años delegado al congreso, oliendo los dos perfumes.”

Los posibles usos de esas fragancias asaltan mi imaginación. Imaginen una conversación entre cubanos:

-Oye Pedro, ¿qué es ese olor que llevas?

-Nada chico, me eché un poco de Ernesto en los huevos porque hay mucho calor.

-Ah, pues a mí me gusta mas echarme Hugo en los sobacos porque huele más a pajarito…

Los prospectos de esas y otras conversaciones al mismo estilo en las poblaciones de Cuba y Venezuela parece que llenaron de horror a alguien en el Consejo de Ministros de Cuba, porque llamaron a contar al director de LABIOFAM de forma urgente. Al otro día, el Granma publicaría su titular: “Los símbolos son sagrados.

El artículo del diario comunista no solo se rechazaba de plano que los perfumes fueran a ser lanzados comercialmente, sino que aclaraba que “por este grave error serán tomadas las medidas disciplinarias que correspondan.” A buen entendedor con pocas palabras bastan.

Después de esto, siguiendo el “proceso revolucionario”, deben comenzar las cabezas a correr, y los mendigos a rendir pleitesía. En este caso los nombres y apellidos de los candidatos a decapitación política fueron publicados al mundo por AP: Isabel González, Mario Valdés y por supuesto, el director general de LABIOFAM, el Dr. José A. Fraga Castro.

Pero las cabezas se resisten a ser cortadas porque un proyecto de este tipo no se monta en un par días y posiblemente entre las firmas autorizadoras del engendro químico esté la del director general de LABIOFAM. Entonces esto ya no es un sálvese quien pueda, esto es un “o nos salvamos todos o nos hundimos todos”, así que urge buscar un enemigo externo.

Las herramientas cotidianas de salvación ante la incompetencia nacional son el Bloqueo Imperialista o la Guerra Mediática.

En este caso, acusar al Bloqueo Imperialista se hace un poco difícil, pero La Guerra Mediática, esa siempre está a mano.

Sin perder tiempo ni respiro, el mismo 26 de septiembre el director de LABIOFAM publica una carta a los familiares de Chávez. Los del Ché ni se mencionan, por cierto.

La carta, por supuesto, está llena del lenguaje de los mendigos en el poder pidiendo la cabeza de AP en Cuba para salvar la de ellos:

En el siguiente extracto se descarga la culpabilidad de la creación y presentación de los perfumes en la periodista de AP que tanto les ha servido de marketing y publicidad a sus propagandas…

“Una periodista [Andrea Rodríguez] malintencionada de la agencia norteamericana AP hiciera su show mediático y una vez más alimentara la voraz campaña de desinformación a la que someten a nuestra nación y al mundo”.

…y en este fragmento se le pide piedad al César por la cabeza de la gente de LABIOFAM: “El investigador Mario Valdés Rodríguez, ha reconocido su error injustificable…”

Es muy probable que este truco de re-encausar la responsabilidad funcione en esta ocasión porque el señor Fraga Castro, director de LABIOFAM, pertenece a la familia real. Pero de lo que no estoy seguro es que los verdugos del Comité Central se lo traguen. De momento todos los cubanos que están viendo este circo mediático en Granma deben saber a estas alturas quién es el león, quiénes las ratas y quién el domador.